Medidas contra la inmigración
Cuando un país siente la necesidad de atraer inmigrantes se adoptan medidas para favorecer el acceso de estos. En el lado opuesto, cuando no requieren inmigrantes, los países toman medidas restrictivas y de control de inmigración.
En las medidas a favor se encuentran el reclutamiento en países emisores conectados con los países receptores. Algunas cuestiones se relacionaron con que los gobiernos no pueden impedir el derecho de las personas a la reagrupación familiar, que implicó la migración de oros miembros de la familia de la persona que migró inicialmente hacia el destino. Hay oficinas especialmente dedicadas a ello en los países receptores. Tampoco pueden los países cerrarse completamente a los receptores.
La inmigración no es bienvenida por la población local a pesar de que en muchas ciudades la inmigración aportó cultura. Ni siquiera es bien acogida en sociedades tradicionalmente receptores de inmigrantes como Estados Unidos. En otros segmentos de la sociedad hay un miedo a lo homogeneidad y la expansión de la identidad social.
La vulnerabilidad de los inmigrantes habla de la extrema carencia de poder y derechos que sufren los inmigrantes. Esta es una etiqueta de los inmigrantes, más cuando hay una asimetría entre este y un nacional por el Estado y la sociedad.
Los países centrales toman medidas contra los inmigrantes para que no se produzca una sobrepoblación y no se pierdan las buenas condiciones de vida. Además no están calificados para trabajar y tienen malas condiciones económicas.
Algunos controles que implementan los Estados para regular las inmigraciones internas son la expulsión de inmigrantes sin empleo, el empleo de medidas disuasivas, el control para evitar el éxodo rural, y la organización de migraciones por parte de los gobiernos con fines económicos o estratégicos.
La Unión Soviética colonizó las regiones orientales y duplicó la población de Siberia en 50 años. En Brasil, la necesidad de poblar el interior llevó a trasladar la capital a Brasilia.
Espacio Schenger
El espacio de Schengen es un
espacio creado en 1995 por el Acuerdo de Schengen para suprimir las fronteras
comunes entre los países integrantes y establecer controles comunes en las
fronteras exteriores de esos países. En la práctica, el espacio de Schengen
funciona en términos migratorios como un solo país. Es un convenio firmado por
países para la suspensión de libre circulación entre países. Esto dificulta la
circulación de los inmigrantes por los países adheridos. Sus objetivos
fundamentales son la supresión de fronteras entre estos países, la seguridad,
la inmigración y la libre circulación de personas. En la actualidad forman
parte del territorio de Schengen los siguientes países:: Alemania, Austria,
Bélgica, Dinamarca, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia,
Holanda, Hungría, Islandia, Italia, Letonia, Liechtenstein, Lituania,
Luxemburgo, Malta, Noruega, Polonia, Portugal, República Checa, República
Eslovaca, Suecia y Suiza.
Países que componen el Acuerdo de Schenger |
El acuerdo tenía dos objetivos: por una parte,
eliminar los controles para las personas en las fronteras interiores y
definición de las fronteras exteriores comunes y, por otra, un paquete de
"medidas compensatorias" para reforzar y aumentar las fronteras
exteriores como la cooperación judicial y policial, instauración de derechos de
observación y persecución transfronteriza para las fuerzas policiales de los
Estados pertenecientes a la zona. Entre estas medidas destacan la cooperación
en materia de visados e información a través del Sistema de Información
Schengen (SIS).
En 1999, con la entrada en vigor del Tratado de
Ámsterdam, el acervo del convenio de Schengen se incorporó al derecho europeo,
mediante un protocolo. En este documento adjunto, del mismo valor que los
tratados, el Reino Unido e Irlanda, se establece que pueden participar
parcialmente en las disposiciones del acuerdo. Ambos países lo hacen en la
cooperación policial y penal en el SIS.
Además de favorecer la movilización de los
ciudadanos, el espacio Schengen ha favorecido el dinamismo económico regional y
cultural de Europa, de manera especial en las zonas fronterizas. Por otra
parte, con un solo visado, cualquier visitante extranjero puede viajar a los 25
Estados pertenecientes al convenio, lo que supone una notable ventaja para el
desarrollo de la actividad económica y el turismo. En 2007, se sumaron un buen
número de países.